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Saber cómo tener una conversación inolvidable con un cliente es un arte. A veces, la verdadera seducción no está en el cuerpo, sino en las palabras y silencios.

En el mundo del acompañamiento, el cuerpo seduce… pero la mente enamora. Muchas veces, lo que realmente deja huella en un cliente no es el orgasmo, sino la conversación, la conexión, ese momento íntimo donde dos almas se cruzan y hablan sin máscaras. Entiende que muchos clientes buscan más que sexo, aunque la fantasía sexual está presente, muchos hombres (y mujeres) que buscan compañía lo hacen por razones más profundas:

• Se sienten solos.
• Quieren ser escuchados sin juicios.
• Buscan afecto, validación o admiración.
• Necesitan desconectarse del estrés o la rutina.

 

Conviértete en una gran conversadora erótica (sin hablar solo de sexo). No necesitas ser experta en todos los temas. Pero sí puedes:

• Hacer preguntas abiertas:
  “¿Qué te apasiona?”, “¿Qué te hace sentir vivo?”, “¿Cuál fue tu última aventura?”
• Usar el humor con elegancia:  Una sonrisa o una broma sensual abren puertas.
• Crear pequeños silencios con intención:  Miradas sostenidas, pausas con una copa de vino, lenguaje no verbal.
• Lanzar frases provocadoras:  “¿Sabías que a veces una conversación puede excitar más que un beso?”

 

Vístete para seducir… con palabras Así como cuidas tu ropa, maquillaje y perfume, cuida el contenido de tus palabras. Algunas ideas para “vestir” tu conversación:

• Tono de voz suave, pausado y seguro.
• Uso de metáforas sensuales: “Hablas como si me acariciaras con la voz…”
• Citas interesantes o frases misteriosas.
• Lenguaje corporal coherente: contacto visual, postura abierta, juego con los labios o las manos.

 

Escuchar es más sexy que hablar. Muchos clientes quieren ser escuchados. Haz que se sientan únicos. Mira sus ojos, valida lo que dicen, no los interrumpas.

 

Personaliza la experiencia con detalles. ¿Te contó que ama el jazz? Pon algo de fondo.
¿Le gusta el vino? Aprende un par de frases sobre tintos o burbujeantes.
¿Viene cansado? Pregunta: “¿Te gustaría solo hablar esta noche?”

 

Cuando haces eso, te conviertes en mucho más que una cita: te conviertes en un escape, un recuerdo, un deseo recurrente.

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